Relaciones conscientes

01.06.2021

Las personas que acompañamos a otras en procesos de crecimiento, quizá disponemos de muchos recursos para librar nuestras propias batallas, pero este hecho no nos excluye de vivir ciertas experiencias. Las hemos de transitar igual, sólo que las vivimos de manera consciente, como oportunidades para seguir evolucionando. Pero lo cierto es que, igual que todos, estamos llenos de miedos, inseguridades y heridas que vuelven a abrirse cuando pensábamos que ya habíamos hecho todo el trabajo pertinente. Y digo esto, porque existe la creencia de que los terapeutas ya somos inmunes. Y realmente, o por lo menos en mi caso, este juicio viene de dentro. Soy yo misma la que me reprocho no llevar un proceso lineal (lo cual es irreal) y no me otorgo a mí la compasión que ofrezco a los demás. Precisamente por eso me siento más cómoda acompañando a otros, porque me supone menos reto. Esto no deja de ser una proyección: lo que no me permito a mí, lo vivo a través de la relación con el otro.

Creo que somos seres sociales por naturaleza y que a través de las relaciones podemos hacer un trabajo de autoconocimiento muy profundo. Detectando nuestras luces y sombras en los espejos que atraemos y que llegan a nosotros precisamente con ese fin, el de evolucionar.

Justamente por eso, estoy centrando mucho mis círculos de mujeres y otras terapias que realizo, en las relaciones conscientes, en trabajar el amor propio para poder vivir el amor compartido de una manera más libre y sana. Esto no quiere decir que sea un asunto que yo tenga resuelto. Precisamente los terapeutas solemos ofrecer acompañamiento sobre temas que nos resuenan y en ese encuentro terapéutico, se produce una sanación que repercute a todas las partes implicadas.  


Relaciones conscientes

¿Qué es amor y qué no lo es?

Pues en este post voy a ser muy humilde, honesta y transparente. Por lo tanto, la explicación la voy a enfocar desde mi experiencia personal y el camino que pueda llevar yo transitado.

Considero que, el decidir llevar una vida consciente, supone poner límites, soltar hábitos, creencias, empleos y también personas que ya no están en sintonía con nuestro YO actualizado. Esto último para mí es muy doloroso y a la vez liberador. Primero me invaden las dudas, la culpa y la sensación de ser poco empática. Pero cuando trasciendo esa fase, llega la satisfacción de ver lo comprometida que estoy conmigo y con mi evolución. 

Priorizarse no es ser ególatra. Si no aprendemos a amarnos a nosotrxs mismxs, nunca podremos ofrecer al mundo un amor sano. Amar al otro empieza por amarse a unx mismx. 

Amar también significa soltar.

La paradoja se da cuando, a veces, para amarnos, hemos de soltar a personas que queremos. Pero lo cierto es que, cuando amar al otro supone no amarnos a nosotxs, permitiendo cosas que no nos hacen bien, eso no es amor, es apego. No hablo de cosas que no nos gusten, eso sería rechazar parte del crecimiento que traen las relaciones. Hablo del acto inconsciente de anteponer las necesidades ajenas a las  propias o, la otra cara de la moneda, esperar que el otro resuelva mis necesidades. Es una interacción no desinteresada. Tanto para el que se que se identifica más con el rol de salvador o como para el salvado. Ambas partes tienen alguna demanda para el otro, que deben atender en primera persona. 

Responsabilizarme de esto es uno de los mayores regalos que he podido hacerme. Y esta lección la he aprendido escuchando a mi cuerpo.

El apego básicamente se da cuando dependemos de ciertos comportamientos de la otra persona para estar bien. Y cuando aprendes a dártelos tu mismx, entonces eres capaz de ver al otro desde un amor real, sin idealizaciones y sin espectativas. Sin proyectar tus carencias o tus anhelos. Y esto no siempre desemboca en una relación reforzada, puede también animarnos sacarnos la venda, a soltar. Cuando damos el paso de abastecernos de amor, nuestra vibración se eleva y en ese acto, puede perderse la conexión con el otro. La atracción se da cuando ambas partes tienen una frecuencia parecida, si una aprende a dejar de ser dependiente, habrá un desequilibrio y la relación no podrá sostenerse. 

Personalmente, creo que soltar, sabiéndose cocreador de todo lo que acontece en nuestras relaciones y aceptando que ambas partes lo han hecho lo mejor que han podido dentro del nivel de conciencia que tenían en aquel momento, es la manera de salir de una relación en paz y llena de energía para abrazar el cambio. Y así, poder vivir la experiencia con humildad, libres de culpa o resentimiento. 

Aceptar que la otra persona no está preparada aún para hacerse cargo de sus propios conflictos, es compasión, no ego. Un acto egoico sería querer imponer tu visión de la vida, sin respetar el proceso y la historia del otro. Esto último es algo en lo que yo he caído muchísimo. Eso sí es ego, no amor y por lo tanto sólo trae sufrimiento y frustración. Nos cuesta mucho hacernos responsables de nuestros actos o de nuestros bloqueos y, aunque los identifiquemos, tampoco podemos asumirlos todos de golpe, todo lleva su tiempo, todo tiene su momento. Porque, honestamente, hacernos cargo de nuestras sombras duele y mucho. Es un proceso de muerte y transformación, que podremos ir asumiendo cuando las experiencias de la vida y el conocimiento adquirido en el camino, nos hayan preparado para ello.

Para mí ha sido muy importante aprender también que aceptar no significa aguantar. La compasión por los demás no puede ir por delante a la compasión y el respeto hacia unx mismx. Porque ya hemos dicho que eso no es amor. Es apego.

A veces me desmotivo y pienso... ¡Qué difícil es esto de las relaciones! (del tipo que sean). Pero entonces recuerdo que todas esas experiencias, esos aprendizajes, me han ayudado a convertirme en la persona que soy hoy. Estoy orgullosa de la mujer en la que me he convertido. Por lo tanto, sólo me nace agradecer y recibir con el corazón abierto todo lo que esté por venir, porque confío en el proceso.


Y si, escribir este post ha sido algo muy terapéutico, que me ha ayudado a integrar un poco más estos aprendizajes que la vida me va regalando. Si para ti también ha sido de ayuda lo celebro y si no, también. Porque yo he cumplido mi objetivo, que era sanar escribiendo y compartir desde el amor. Cómo lo recibas tú, es algo que solo tú puedes atender. Por mi parte, solo me queda agradecerte este encuentro que hemos compartido hoy.